Los principales diarios de información general se hicieron eco el pasado 27 de mayo de la noticia de la muerte del director de cine, actor y productor estadounidense Sydney Pollack e informaron abiertamente de la causa de su fallecimiento: cáncer.
Así, el diario ABC afirmaba: “Un cáncer le ha arrebatado la vida al director de cine Sydney Pollack”. El País anunciaba en la entradilla que “el cineasta ha muerto en su domicilio de Pacific Palisades a causa de un cáncer”. El Periódico y Público optaron por una nota de la agencia Efe con el texto: “El director de cine Sydney Pollack ha fallecido hoy a los 73 años, víctima de un cáncer, en su casa de Los Ángeles”. La Razón, también con el texto de la agencia Efe, tituló: “Fallece Sydney Pollack víctima de un cáncer”. El Mundo, en una información de Efe y Reuters, anunció que “Sydney Pollack ha fallecido a los 73 años en su casa de Los Ángeles, víctima de un cáncer que se le había diagnosticado hace 10 meses”. Y finalmente La Vanguardia en un subtítulo decía: “El autor de ‘Memorias de África’, ‘Tootsie’ y ‘Danzad , danzad, malditos’ muere a los 72 años víctima de un cáncer en su casa de Los Ángeles”.
Resulta alentador comprobar cómo la mayoría de los medios han conseguido, en esta ocasión, evitar la tan extendida tendencia al uso de clichés, o directamente de eufemismos, para referirse al cáncer e incluso a la muerte por cáncer. Se acabó de una vez por todas el empleo de la tan desafortunada frase “falleció de una larga y penosa enfermedad”.
Como muy bien ha explicado en muchas ocasiones Albert Jovell, Presidente del Foro Español de Pacientes, “los usos de la palabra cáncer son muy curiosos. Cuesta de usar cuando se tiene que utilizar y no hay ningún problema para nombrarla en situaciones donde puede ser inadecuada o reemplazada con mayor acierto semántico por otras”.
En este sentido, todavía hoy vemos con demasiada frecuencia cómo los medios de comunicación se refieren a fenómenos como el terrorismo, la inseguridad ciudadana, la violencia machista, el tráfico de drogas, la siniestralidad laboral, el paro, etc. como un “cáncer social”, expresión que contribuye a difundir una imagen peyorativa de los enfermos de cáncer.
El desconocimiento del fenómeno del cáncer crea confusión, rechazo e incluso discriminación. Y es muy probable que la idea del cáncer que pueda tener una persona que no lo ha vivido directamente ni en su entorno más cercano esté formada casi exclusivamente por los mensajes que recibe de los medios de comunicación. De ahí, por un lado, la importancia de una información periodística especializada de calidad respecto al cáncer y, por otro, la necesidad de un ejercicio de responsabilidad de la profesión periodística en general a la hora de utilizar un lenguaje que no hiera la sensibilidad de los afectados y que contribuya a desterrar tópicos o ideas erróneas sobre la enfermedad.
Evitemos las frases hechas, huyamos de los eufemismos, llamemos a las cosas por su nombre, seamos críticos ante expresiones que puedan resultar ofensivas y a la hora de informar hagámoslo con responsabilidad y rigor.